El ajo es un bulbo muy apreciado en la gastronomía tradicional y
muy valorado por sus beneficios y propiedades medicinales. No se
necesita mucho espacio para cultivarlo, se puede plantar incluso en
macetas.
El ajo necesita un suelo fértil por lo que si la tierra es
ligera se recomienda agregar una capa de estiércol o un buen
composta. Además, antes de empezar con la plantación, hay que
preparar el suelo no solo abonándolo sino también removiendo y
aireando la tierra.
Tampoco hay que olvidar que el lugar donde se
vayan a plantar las semillas debe ser soleado ya que este bulbo
requiere varias horas de sol al día para germinar y crecer
saludable. Unos días antes de iniciar la siembra se deben de separar
los dientes de la cabeza de ajo pero sin quitarle la piel seca que
los envuelve y de esta manera evitaremos que se deshidraten y pierdan
su poder germinativo. Con la ayuda de una pequeña azada hacemos
surcos con una separación entre ellos de unos 40 cm, mientras que
los dientes de ajo se deben de introducir, siempre con el borde de
punta hacia arriba, en pequeños hoyos de 2.5 cm de profundidad y con
una separación entre diente y diente de 15 cm.
Tras la siembra se
debe de llevar a cabo el primer riego, cuidando que el agua drene y
que no se formen charcos, mientras que el segundo riego se debe de
realizar a los 10-15 días. A partir de ahí, es aconsejable regar
con una frecuencia que permita que el suelo siempre esté húmedo. No
hay que olvidar que hay que tener cuidado con la carencia de humedad
puesto que en ese caso los ajos crecerán muy pequeños pero también
del exceso de agua ya que puede favorecer la aparición de
enfermedades. Los ajos comenzarán a cosecharse, más o menos a los 3
meses y medio desde su siembra, cuando la planta esté un poco
marchita y amarillenta. Es conveniente suspender el riego antes de
empezar a recoger los ajos para que cueste menos sacarlos de la
tierra, aunque se puede realizar con la ayuda de una pequeña pala
que afloje el suelo.
Pero hay que hacerlo con mucho cuidado para no
dañar los ajos. También hay que tener presente que una vez se han
recolectado deben dejarse secar al sol durante unos días para luego
trenzarlos. Para preservar los ajos debemos colgar la trenza en un
lugar seco y aireado.
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